Pido disculpas a los pacientes seguidores de este blog, porque seguramente han estado recibiendo una serie de correos en estos días. He estado tratando de poner un poco de orden y cada cambio, parece, es notificado por correo.
Dicho esto, les cuento que estoy abriendo dos nuevas categorías que pueden interesarles. La primera es de documentos que pueden ser descargados; ya puse un primero, un artículo sobre el arte y la muerte. Los que propongo ahora son dos por los cuales siento un gran afecto.
Siempre me ha parecido triste que no hayan tenido una mayor divulgación y, por eso, la decisión de ponerlos aquí al alcance de un público mayor. Entre 1995 y 1998, con motivo de la construcción de los nuevos Lineamientos Curriculares para la educación artística, que se relacionaban con la nueva Ley de Educación, que -a su vez- derivaba de la Constitución de 1991 (¡toda una historia!), llevamos a cabo un proyecto que se llamó Cursos de actualización docente (me encantaría que algún día alguna persona interesada en la historia de la educación artística en Colombia quisiera trabajar con los archivos de ese proyecto; encontraría un material muy valioso) en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional. Esta actividad inició con un contrato entre el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional y respondía a la necesidad de consolidar espacios en donde colectivamente nos aproximáramos a las nuevas condiciones que se abrían con la Constitución de 1991 que proponía -con un largo retraso- superar las instituciones heredadas del siglo XIX.
Espero algún día hacer una reseña de ese proyecto, definitvo para mi experiencia y mi compromiso como profesor y, seguramente de la misma manera para otras muchas personas. Las personas que lideraron el inicio de dicho proyecto fueron, de parte de la Universidad, María Elena Bernal y, de parte del Ministerio, María Elena Ronderos, quien lideraba la construcción de los Lineamientos Curriculares para la Educación Artística que, a mi juicio -y a pesar de que ella misma estuvo en desacuerdo con la última versión, que fue finalmente publicada- considero el mejor documento que se ha escrito en Colombia sobre la educación artística en Colombia.
Para el segundo y tercer año, el proyecto continuó, esta vez con la Secretaría de Educación del Distrito y, entre los compromisos pactados, figuraba el de iniciar los pasos para la consolidación de una revista de educación artística, para lo cual debíamos publicar dos ejemplares.
Hacer publicaciones en el medio académico es muy difícil y -sobre todo- intentar hacer revistas. Los Cursos de Actualización se suspendieron y de ellos quedó un legado que debía ser recogido. Como en los dos últimos años yo había sido su coordinador, se me convirtió en un compromiso personal consolidar ese proceso tan rico y complejo como difícil de sintetizar, en dos grandes líneas de trabajo: convertir la propuesta en un programa estable de la Universidad -es decir, un posgrado- y cumplir con el compromiso de publicar los dos números iniciales de una posible revista.
No abundaré en las dificultades que eso implicó en un período en el que el grupo original de trabajo se disolvió; solo diré, por ahora, que logré cumplir con ambos compromisos. Más o menos dos años después, se publicaban primero La huella del arte y, luego, Arte y conciencia.
Hacer el posgrado fue mucho más difícil. Una imagen puede resumir la enorme dificultad: 15 años después se abrió la Maestrría en Educación Artística, el programa que más cercanamente recogía lo construído en los Cursos de Actualización docente. En 2004 había abierto admisiones la Espacialización en Educación Artística Integral. Dos creaciones entrañables de las que ya no hago parte (esa es otra historia).
Una vez publicados estos dos documentos, se entregaron a la Secretaría de Educación y no tengo muy claro cuál fue su devenir. Sospecho que no fueron objeto de una distribución muy estructurada y ambos quedaron en un espacio bastante impreciso en el cual han sido apreciados y compartidos por algunas colegas, pero no tengo muchas más noticias al respecto.
Visto desde la perspectiva de hoy, la década de los años 90 del siglo XX, que en su momento vivimos como un período muy fértil y activo para la educación artística, pero también de construcción y búsqueda que, suponíamos, abriría vías maravillosas para la educación en general en Colombia, país que -lo sabemos bien- tiene una deuda histórica incomensurable con su campo educativo y con su memoria, hoy se presenta en gran medida bajo el signo de la frustración.
No imáginábamos el desatre que instalaría la «revolución educativa» de los dos gobiernos Uribe que destuyeron mucho de lo construido en los años noventa e instalaron este sistema neoliberal que, impuesto a rajatabla por los sucesivos gobiernos, tiene sumido al campo de la educación en la postración que vivimos todos los días.
A lo mejor, haya aquí algunas ideas que puedan aportar algo a quienes no quieren perderse en esta tecnologización de la pedagogía que se tomó todos los campos. Por lo menos, pueden servir estos documentos como testimonio de una época en que muchos intentamos pensar de manera alternativa y sean insumos para tantas historias que no se han contado.
Una observación final: estos materiales hablan tanto de los cursos en sí, como del horizonte teórico y metodológico que me permitió construir la Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura de la Universidad Nacional; sin las posibilidades que ella me dio, este material no hubiera sido posible bajo esta forma.
La otra sección que espero inaugurar en estos días es la de invitados, que se abrirá con un texto del filósofo Bruno tackels.