Publicado en: Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas / Volumen 9 – Número 1 / Enero – Junio de 2014 / ISSN 1794-6670/ Bogotá, D.C., Colombia / pp. 15-34
Lo hagan evidente o no, los discursos institucionalizadores acuden a la historia como la gran legitimadora. Este artículo se refiere a un proceso a través del cual se eligió en Colombia el canon académico para la práctica y la enseñanza del arte; en él podemos observar unas élites altamente ilustradas respecto a las ideas políticas internacionales. Vale decir que –al contrario de lo que muchas veces se ha planteado– la elección de dicho canon no se dio por inercia, ingenuidad o ignorancia de las tendencias más vanguardistas, sino porque respondían a sus intereses de clase. En la base de dicho proceso se halla la historia universal, y la construcción de este canon fue tan eficaz que hoy en día todavía muestra un campo artístico negado a su propio pasado, empeñado en decirse –exactamente como en el siglo XIX– que nuestra tradición es la del concierto de las naciones, al cual debemos pertenecer por derecho propio.
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