En el lenguaje corriente, cultura se relaciona con los modos de ser las comunidades y ser una persona «culta» se relaciona con la educación, el cultivo del saber y con una relación respetuosa con los entornos.
Continúo publicando fragmentos de un gran trabajo que estoy realizando; su tema general es la mala educación y la razón por la que decido hacer algunos apartes se relaciona con eventos actuales que coinciden con reflexiones en curso para dicho trabajo.
Hubo un movimiento fuerte, sorpresivo y un tanto brusco en el Ministerio de Cultura; como siempre, trato de pensar la problemática en un universo amplio y de larga duración. De cerca, muy pocas cosas son como parecen y cuando uno se detiene a analizar los detalles que ha dejado la primera marea cuando se retira, ve empezar a delimitarse líneas de tensión que pueden proyectarse muy lejos. No porque los eventos sean contemporáneos sus raíces se encuentran cerca; de hecho, nuestros problemas suelen ser más antiguos de lo que habitualmente queremos ver.
Como el texto es un poco largo (9 páginas), lo subo como pdf anexo. Sólo quiero reiterar aquí mi profundo respeto por la persona de Patricia Ariza y por la honradez con que, me parece, asumió una tarea tan compleja (tal vez, la más compleja de todas en lo social) de intentar consolidar un espacio de inclusión total en el que todas y todos podamos pensarnos como una comunidad total en lo diverso, como lo manda la Constitución y la humildad y fortaleza con que asumió su salida del Ministerio. No tengo elementos parea calificar su gestión, pero estoy convencido de su honradez, su entrega y de la necesidad de su pensamiento en el debate cultural, que no es sólo sobre los bienes: es, sobre todo, de derechos. Al mismo tiempo, también reitero, para lo que pueda servir la opinión de un profesor raso comprometido con su oficio y sin compromisos con ninguna élite, mi profundo respeto por la persona y el proyecto social de Francia Márquez.